Mi
vida sin mi.
Prólogo: Recuerda.
Cerró los ojos apartando la mirada de
aquel chico al que había estado observando durante horas. El pobre
llevaba todo aquel rato andando sin rumbo fijo, simplemente dando
vueltas por la ciudad como si no quisiera pararse. Desde su posición,
Emma podía sentir su dolor y volvió a cerrar los ojos con fuerza
como si quisiera evitar llorar, a pesar de que ya no podría hacerlo,
cerraba los ojos para no verle, para no sufrir. Pero, sobre todo,
Emma Sterm cerraba los ojos para no recordar, para olvidar todo lo
que había pasado.
- Sabes que es mucho más fácil de lo que crees, sin embargo tú decidiste complicar las cosas.- La chica escuchó aquella voz que la sacó de su ensimismamiento y no pudo hacer más que sonreír levemente. A veces sentía que aquel Ser existía única y exclusivamente para torturarla a base de palabras que se clavaban como cuchillos en su piel. En su inexistente piel. - Recuerda, Sterm. Recuerda. - La chica susurró aquella última palabra mientras se desvanecía y Emma se rindió. No podía seguir guardándolo todo, era la hora de recordar. Lex tenía razón. Odiaba admitirlo pero era así. Se tumbó y miró a la chica de forma reservada, como si temiera contarlo todo, como si temiera asumir sus errores.
- Había una vez... - Emma comenzó a contar la historia como si de un cuento infantil se tratase mas una severa mirada por parte de Lex la hizo cambiar de opinión. No podía jugar. No en su redención. Suspiró, exhausta, y comenzó a relatar lo ocurrido en aquel último año...
Todo empezó con el comienzo
de un año nuevo. El dos mil doce ya había llegado y todos lo
celebraban, Emma y sus amigas estaban dándole los últimos retoques
a sus vestidos para la gran fiesta que se avecinaba. Todo parecía
perfecto, cinco amigas que se conocían de toda la vida iban a
comenzar el primer año nuevo de su mayoría de edad, ya que Emma, la
más pequeña de todas había alcanzado en edad a sus amigas un par
de días antes de navidad. Elena se giró a sus amigas, sonriente,
mientras las miraba de arriba a abajo, prácticamente escaneándolas.
Buscando el mínimo fallo que pudiera estropear aquella noche.
“Estáis preciosas...” La madre de Elena había entrado en la
habitación de su hija para preguntarles si iban a tardar mucho más
en estar listas pero pudo comprobar que aquellas cinco muchachas, a
las que quería como si fueran sus hijas, estaban listas y preciosas.
Una lágrima rebelde escapó de sus ojos por culpa de la emoción
pero con una suave caricia en la mejilla, Emma la había disipado.
Mercedes negó levemente con la cabeza y su sonrisa volvió a su
cara. “Os espero abajo, que Tom quiere sacaros unas fotos” Las
chicas ahogaron una risa. El padre de Elena tenía fotos de ellas
cinco a cualquier edad y en cualquier lugar. Siempre habían bromeado
con el hecho de que puede que ellas olvidaran algunos momentos
vividos pero que siempre estaría Tom para recodárselos, mediante
aquellas fotografías. Lentamente las amigas comenzaron a bajar la
escaleras, todas andaban con cuidado de no caerse por culpa de los
tacones, la más preocupada que estaba era Brittany, ya que esta era
su primera vez con tacones, solo esperaba no caerse. Una vez que
todas estaban en el salón, Tom se dedicó a sacarles fotografías
mientras las chicas posaban, ya estaban acostumbradas a ello. Sin
embargo nunca sabrían que la fotografía favorita del padre de Elena
era una en las que las cinco se encontraban hablando entre ellas,
sentadas en el sofá. “Las sonrisas de esta foto... son tan
sinceras y puras como vuestra amistad” había
escrito en la parte trasera de la imagen.
Después
de aquella improvisada sesión de fotos, las chicas se montaron en el
coche de Mercedes la cual las llevó hasta aquella conocida discoteca
a la que iba todo el mundo. Elena iba de copiloto, dirigiendo a su
madre para que esta no se perdiera mientras que Emma y Brittnay iban
detrás y, finalmente, en los últimos asientos del coche Leah y
Diana, que estaban hablando de sus nuevos ligues, Liam y Parker.
Ninguna se esperaba el gran cambio que tendrían sus vidas a partir
de aquel momento.